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Las organizaciones necesitan tener claro en qué territorios, industrias y segmentos quieren jugar, y qué tipo de valor quieren entregar. Con ese propósito claro, pueden alinear todos sus recursos a cumplirlo.
¿Qué tipo de personas trabajan con nosotros y cómo estructuramos sus interacciones? ¿Qué tipo de procesos y qué tipo de capacidades necesitamos despegar? Depende del propósito. Qué medimos y cómo lo compensamos para enfocar los esfuerzos de estas personas depende el propósito.
La estrategia, desde un punto de vista simple, no es más que el puente entre el propósito y la operación, para asegurarnos que están alineadas todas las variables.
Lo más complejo de la estrategia no es concebirla, sino asegurarnos de que todo esté alineado. Cuando las variables no están alineadas con el propósito, hay cuatro síntomas típicos que las organizaciones y los líderes sentimos:
Desde el punto de vista pragmático, la estrategia no es más que la forma inteligente de conseguir y alinear los recursos para el cumplimiento del propósito y evitar distracciones.